Barcelona escondía una segunda ciudad en sus entrañas, una ciudad tan viva y llena de misterios como la de arriba, la que recibía la luz del sol y las aguas del mar. Esta ciudad oculta, además de poseer sus propios núcleos habitados, su propia vegetación autóctona, sus propios animales y su propia unidad de policía (la llamada << Unitat de subsól >>), contaba también con numerosos turistas que acudían desde todos los lugares del mundo para practicar un deporte – naturalmente, ilegal – conocido como espeleología urbana…..
Alcanzamos, por fin, el túnel de servicio que unía la Zona Franca con la plaça de Catalunya. En el subsuelo, si hay algo que impresiona de verdad no son las serpientes, ni las ratas ni la gente fantasmal que puedas encontrar en tu camino; lo que realmente te encoge el corazón y te retuerce el estómago es el rotundo silencio, la absoluta oscuridad y el intenso olor a humedad viscosa.
Allí, en mitad de la nada, cualquier pequeño ruido se multiplica y distorsiona hasta el infinito y todos los lugares parecen iguales……
Aún descendimos un poco más utilizando uno de los pozos rápidos del sistema de alcantarillas pero, a la altura de la calle del Hospital, después de desviarnos en el entronque de colectores del Liceo – donde, por cierto, mi tag aparecía dibujado justo al lado de la escalerilla que ascendía hasta la vieja sala de calderas, una minúscula trampilla sucia y corroída por la herrumbre, nos permitió acceder a la red de túneles del metro.
Poca gente sabia, o recordaba, que a mediados de los setenta se había construido un pasadizo peatonal entre las estaciones de Liceu y Urquinahona con la idea de enlazar las lineas 3 y 4 y aliviar la abarrotada y laberíntica estación central de Catalunya. Treinta años después, aquel paso sólo era utilizado por nosotros y por unos cincuenta suburbanitas que habían hecho de aquella mugrienta e insalubre gusanera su lugar de residencia habitual……
Con gran estrépito pusimos, por fin, los pies en el suelo del viejo túnel abandonado……Nadie a parte de nosotros tres conocía aquella galería. Se trataba de uno de los primeros tramos de ferrocarril suburbano que hubo la ciudad, construido poco después de 1925 para la Compañía del Gran Metro de Barcelona. El Origén Perdido – Matilde Asensi